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Vieraskieliset / en espanol

Los dones del Espíritu Santo

Siionin Lähetyslehti
Vieraskieliset / en espanol
11.5.2015 15.28

Juttua muokattu:

1.1. 23:53
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La ter­ce­ra per­so­na de la Tri­ni­dad de Dios es el Espí­ri­tu San­to, que es el Espí­ri­tu de Dios Pad­re y Je­suc­ris­to. Cu­an­do Jesús y Sus discí­pu­los se jun­ta­ron por última vez, El pro­me­tió man­dar a Su San­to Espí­ri­tu, para dar for­ta­le­za y con­su­e­lo (Juan 14:26).

La ce­leb­ra­ción del der­ra­ma­mien­to del Espí­ri­tu San­to se co­no­ce como Pen­te­costés. El día de pen­te­costés es la ter­ce­ra ce­leb­ra­ción más gran­de des­pués de la Na­vi­dad y la Pas­cua. Ocur­re 50 días des­pués de la Pas­cua. El lib­ro de Los Hec­hos de los Após­to­les desc­ri­be como el Espí­ri­tu San­to des­cen­dió como llama de fu­e­go sob­re los cris­ti­a­nos cu­an­do es­ta­ban to­dos uná­ni­mes jun­tos en el día de Pen­te­costés (Hec­hos 2:1-4).

Pab­lo como men­sa­je­ro de Dios

El após­tol Pab­lo vi­si­to la cong­re­ga­ción de Co­rin­to en uno de sus vi­a­jes mi­si­o­ne­ros. Es­tu­vo al­lí por casi un año y me­dio. De es­ta ma­ne­ra, la cong­re­ga­ción se acos­tumbró a él y le to­ma­ron ca­ri­ño. Al poco tiem­po, la cong­re­ga­ción co­menzó a hab­lar del Espí­ri­tu San­to y sus efec­tos. Pero no todo lo que se dec­ía y su ac­ti­vi­dad era const­ruc­ti­va. Pab­lo se acercó a la cong­re­ga­ción me­di­an­te una car­ta y su de­seo fue el de en­se­ñar a sus her­ma­nos con la Sa­bi­dur­ía de Dios. Pab­lo les ex­hor­to a man­te­ner sus men­tes uni­das, les ad­vir­tió de la ado­ra­ción imp­ía, y les dió inst­ruc­ci­o­nes sob­re la for­ma cor­rec­ta de ce­leb­rar la co­mu­nión del Se­ñor. Tam­bién les habló cla­ra­men­te de los do­nes del Espí­ri­tu San­to y su sig­ni­fi­ca­do.

El Espí­ri­tu San­to se mu­e­ve dent­ro de la cong­re­ga­ción. Con su po­der, el evan­ge­lio es proc­la­ma­do. El po­der del Espí­ri­tu San­to pro­te­ge a los miemb­ros de la cong­re­ga­ción a man­te­ner­se en la fe cor­rec­ta como hi­jos de Dios.

Tam­bién, ent­re los hi­jos de Dios en Co­rin­to, los do­nes y efec­tos del Espí­ri­tu San­to se pod­ían ver de muc­has ma­ne­ras: “Pero a cada uno le es dada la ma­ni­fes­ta­ción del Espí­ri­tu para pro­vec­ho” (1Cor 12:7). Con la ay­u­da de los do­nes, la cong­re­ga­ción fue be­ne­fi­ci­a­da. Los do­nes son para cla­ri­fi­car la re­den­ción de Cris­to, no para le­van­tar el pu­es­to de uno ni para que sea razón de jac­tan­cia. Tam­po­co son el mérito de algún miemb­ro de la cong­re­ga­ción en es­pecí­fi­co. La epís­to­la tie­ne un re­cor­da­to­rio im­por­tan­te: “pero to­das es­tas co­sas las hace uno y el mis­mo Espí­ri­tu, re­par­tien­do a cada uno en par­ti­cu­lar como Él qui­e­re” (1Cor 12:11).

El Espí­ri­tu de Dios y el espí­ri­tu del an­tic­ris­to

El po­der del Espí­ri­tu San­to y el po­der del ene­mi­go son efec­ti­vos en nu­est­ro mun­do. El po­der del ene­mi­go de nu­est­ras al­mas nos tien­ta. Muc­has ve­ces sen­ti­mos que los crey­en­tes son más ata­ca­dos por el ene­mi­go. Juan hab­la de es­to en su car­ta, sob­re el espí­ri­tu del an­tic­ris­to – Es el espí­ri­tu que nie­ga a Jesús (1 Juan 4:2-3). En la car­ta a los Co­rin­ti­os, Pab­lo deja en claro es­te prob­le­ma. So­la­men­te me­di­an­te el Espí­ri­tu de Dios es que nu­est­ros co­ra­zo­nes y la­bi­os pu­e­den proc­la­mar que Jesús es el Se­ñor.

Pab­lo co­noc­ía la cong­re­ga­ción de Co­rin­to y les re­cu­er­da cómo y cuán­do el­los es­ta­ban per­di­dos en el pa­ga­nis­mo. El po­der del ad­ver­sa­rio de Dios los llevo a ser­vir ído­los mu­dos. Sin em­bar­go los hi­jos de Dios aho­ra pu­e­den ex­pe­ri­men­tar el es­tar bajo el cui­da­do del Espí­ri­tu San­to y el po­der de Dios en la cong­re­ga­ción.

Do­nes de la gra­cia y mi­sión

Nu­est­ro Pad­re Ce­les­ti­al le ha dado di­fe­ren­tes ti­pos de do­nes a Su ig­le­sia para el bien de to­dos. Hay muc­hos ti­pos de do­nes di­fe­ren­tes, pero el Espí­ri­tu es uno solo. Tam­bién hay muc­has ma­ne­ras de ser­vir, pero el Se­ñor es el mis­mo (1 Cor 12:4-5). Pab­lo les esc­ri­bió a los cris­ti­a­nos de Roma: “De ma­ne­ra que, te­nien­do di­fe­ren­tes do­nes, según la gra­cia que nos es dada, si el de pro­fec­ía, úsese con­for­me a la me­di­da de la fe; o si de ser­vi­cio, en ser­vir; o el que en­se­ña en la en­se­ñan­za; el que ex­hor­ta, en la ex­hor­ta­ción” (Rom 12:6-8).

Dios nos ha equi­pa­do con do­nes di­fe­ren­tes. A al­gu­nos her­ma­nos y her­ma­nas les ha dado el don de en­se­ñar. Ot­ros tie­nen el don de es­cuc­har y dar alien­to. Los pre­di­ca­do­res son equi­pa­dos con do­nes di­fe­ren­tes tam­bién. Al­gu­nos les ha sido dado el don de orar por ot­ros. Ot­ros tie­nen la ha­bi­li­dad de ser­vir con do­nes prácti­cos como re­mo­de­lar los lu­ga­res en don­de se ado­ra u ot­ros el de co­ci­nar. To­dos los miemb­ros de la cong­re­ga­ción son ne­ce­sa­ri­os para el bien común y para lle­var las bu­e­nas nu­e­vas del evan­ge­lio (Efe­si­os 4:12).

Aun no­sot­ros, los hi­jos de Dios en es­te tiem­po te­ne­mos muc­hos do­nes. Con es­tos do­nes ha­ce­mos el tra­ba­jo del rei­no de Dios para que a muc­hos les sea po­sib­le en­cont­rar la gra­cia de Dios en sus co­ra­zo­nes. La glo­ria de es­te tra­ba­jo le per­te­ne­ce a Dios, el que nos da es­tos do­nes. Pero el don más gran­de e im­por­tan­te de to­dos es el de la vida eter­na. Es un re­ga­lo re­ci­bi­do por gra­cia, me­di­an­te nu­est­ra fe y la re­den­ción en Cris­to.

Tex­to: Juha Sep­pä­lä

Tra­duc­ci­on: Mi­ri­am Ma­gee

Fu­en­te: Sii­o­nin Lä­he­tys­leh­ti 9/2014

Jul­kais­tu es­pan­jan­kie­li­ses­sä kie­li­liit­tees­sä 6.5.2015.

25.4.2024

Jeesus sanoo: ”Minä näen teidät vielä uudelleen, ja silloin teidän sydämenne täyttää ilo, jota ei kukaan voi teiltä riistää.” Joh. 16:22

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