JavaScript is disabled in your web browser or browser is too old to support JavaScript. Today almost all web pages contain JavaScript, a scripting programming language that runs on visitor's web browser. It makes web pages functional for specific purposes and if disabled for some reason, the content or the functionality of the web page can be limited or unavailable.
Vieraskieliset / en espanol

El perdón trae la paz

Siionin Lähetyslehti
Vieraskieliset / en espanol
11.5.2015 15.26

Juttua muokattu:

1.1. 23:53
2020010123532420150511152600

En el pri­mer día de la se­ma­na, Mar­ía Mag­da­le­na fue a la tum­ba de Jesús en el crepús­cu­lo de la ma­ña­na. Hab­ía en­cont­ra­do una tum­ba vac­ía. La pied­ra hab­ía sido tras­la­da­da des­de la aper­tu­ra de la tum­ba. Mar­ía fue a de­cir a los discí­pu­los de es­te. Ped­ro y los ot­ros discí­pu­los se ap­re­su­ra­ron a la tum­ba de Jesús. Vie­ron de la que Mar­ía hab­ía dic­ho (Juan 20: 1-9).

Reu­nión del Re­den­tor re­su­ci­ta­do

Los discí­pu­los sa­lie­ron de la tum­ba para su mo­ra­da, pero Mar­ía Mag­da­le­na se man­tu­vo en la aper­tu­ra de la tum­ba a llo­rar. Jesús se apa­re­ció a Mar­ía. “Mu­jer, ¿Por qué llo­ras? ¿A quién bus­cas?” Mar­ía re­ci­bió una ta­rea de Jesús: “pero ve a mis her­ma­nos, y di­les”(Juan 20: 11-17).

Mar­ía trajo el men­sa­je de la tum­ba del Re­den­tor re­su­ci­ta­do. Los discí­pu­los fu­e­ron los pri­me­ros en es­cuc­har es­te men­sa­je. Mar­ía cor­rió a de­cir­les “¡que hab­ía vis­to al Se­ñor!” (Juan 20:18).

El men­sa­je del Re­den­tor re­su­ci­ta­do inc­lu­yó y to­dav­ía inc­lu­ye la dec­la­ra­ción del amor de Dios ha­cia el que ha caí­do en el pe­ca­do. Re­ve­la las pers­pec­ti­vas de paz a aqu­el que es ap­las­ta­do bajo el peso del pe­ca­do. Dios no me ha rec­ha­za­do. A través de la ob­ra re­den­to­ra de Su Hijo, Él ha abier­to la po­si­bi­li­dad de ser li­be­ra­dos del pe­ca­do y de par­ti­ci­par en la vida eter­na.

No es sorp­re­sa que los discí­pu­los ten­ían mie­do. Todo lo que hab­ían ex­pe­ri­men­ta­do los hab­ía sorp­ren­di­do. Su con­fu­sión au­mentó cu­an­do Mar­ía Mag­da­le­na les dijo que hab­ía en­cont­ra­do a Jesús. Se con­si­de­ra­ba ne­ce­sa­rio man­te­ner las pu­er­tas cer­ra­das.

Al­lí detrás de esas pu­er­tas cer­ra­das, los discí­pu­los tími­dos, asus­ta­dos y con­fu­sos fu­e­ron ca­pa­ces de en­cont­rar a Jesús que hab­ía ga­na­do sob­re la mu­er­te. De re­pen­te, Jesús se puso en me­dio de el­los y dijo, “Paz a vo­sot­ros!” Cu­an­do dijo es­to, les mostró a los discí­pu­los las ma­nos y los pies. (Juan 20:19)

La Alegr­ía se en­cien­de

El ver a Jesús en­cen­dió la alegr­ía en los co­ra­zo­nes de los discí­pu­los (Juan 20:19). No hab­ían creí­do en vano. Las pro­me­sas de Dios hab­ían sido cier­tas des­pués de todo.

A través de la fe de Jesús, to­dav­ía pu­e­de ser en­cont­ra­do y ob­ser­va­do en el evan­ge­lio del rei­no de Dios. Cu­an­do una per­so­na pe­ca­do­ra tie­ne sus pe­ca­dos per­do­na­dos en el nomb­re y la sang­re de Jesús, es­ta es li­be­ra­da de la car­ga del pe­ca­do y pu­e­de ex­pe­ri­men­tar la paz, la li­ber­tad y el gozo en el Espí­ri­tu San­to.

Creer en el evan­ge­lio se exp­re­sa en la alegr­ía del crey­en­te. Según el após­tol Pab­lo, la alegr­ía es uno de los fru­tos del Espí­ri­tu (Gal 5:22).

¡Paz a vo­sot­ros!

¿Qué sig­ni­fi­ca las pa­lab­ras de Jesús: “Paz a vo­sot­ros” hoy cu­an­do ex­pe­ri­men­ta­mos la in­qui­e­tud que nos ro­dea? Re­co­no­ce­mos es­to inc­lu­so en no­sot­ros mis­mos. Du­da­mos de nu­est­ra fe. Muc­has ten­ta­ci­o­nes están fa­mi­li­a­ri­za­das. Muc­hos de los que se ar­re­pien­te de sus vi­das pe­ca­mi­no­sas están bus­can­do una nu­e­va di­rec­ción.

Los discí­pu­los se re­go­ci­ja­ron a pu­er­ta cer­ra­da. Re­ci­bie­ron una ta­rea de su Se­ñor y Ma­est­ro. Jesús for­ta­le­ció a los discí­pu­los con el Espí­ri­tu San­to y les en­vió a proc­la­mar el evan­ge­lio de la paz: “La paz sea con vo­sot­ros: como me en­vió el Pad­re, así tam­bién yo os env­ío” (Juan 20:21, 22).

Des­pués de es­to, Jesús les dio a los discí­pu­los el po­der de per­do­nar los pe­ca­dos. “A qui­e­nes re­mi­tie­reis los pe­ca­dos, les son re­mi­ti­dos; y a qui­e­nes se los re­tu­vie­reis, les son re­te­ni­dos “(Juan 20:23). El evan­ge­lio del perdón de los pe­ca­dos trae la paz de la cual Jesús habló a los discí­pu­los.

Ya an­tes Jesús hab­ía hab­la­do de es­ta mis­ma paz en Su sermón de des­pe­di­da: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mun­do la da. No se tur­be vu­est­ro co­razón, ni ten­ga mie­do”(Juan 14:27).

Los se­gui­do­res de Jesús qui­e­ren ser fie­les a la ta­rea que Jesús les ha dado. Es por es­to que el rei­no de Dios to­dav­ía ex­hor­ta al pu­eb­lo in­fiel ha ar­re­pen­tir­se y dar la es­pal­da a la vida pe­ca­mi­no­sa. Se les of­re­ce el evan­ge­lio del perdón de los pe­ca­dos. ¡Vale la pena afer­rar­se a es­te evan­ge­lio de la paz! Da a la gen­te una paz in­ter­na y du­ra­de­ra.

El men­sa­je del Re­den­tor re­su­ci­ta­do tam­bién lleva a las per­so­nas crey­en­tes, los que si­gu­en a Jesús. Ani­ma a los ni­ños asus­ta­dos, can­sa­dos y du­do­sos de Dios a creer. Vale la pena creer, por­que el ob­je­ti­vo de la fe es el cie­lo. Al­lí se pu­e­de disf­ru­tar de la paz eter­na con Jesús y los Su­yos.

Tex­to: Ant­ti Sa­ve­la

Tra­duc­ci­on: Mi­ran­da By­man

Fu­en­te: Sii­o­nin Lä­he­tys­leh­ti 1/2015

Teks­tis­sä kä­si­tel­lään seu­raa­vaa raa­ma­tun­koh­taa: Juan 20:21

Jul­kais­tu es­pan­jan­kie­li­ses­sä kie­li­liit­tees­sä 6.5.2015.

26.4.2024

Jotka kyynelin kylvävät, ne riemuiten korjaavat. Jotka itkien menevät kylvämään vakkaansa kantaen, ne riemuiten palaavat kotiin lyhteet sylissään. Ps. 126:5–6

Viikon kysymys